sábado, 10 de abril de 2010

¡Eli, Eli, lamma sabachtani!


Ya no había un cuerpo
en el que yo habitara.

Camino del Gólgota,
sobre mis hombros
cargué
mi alma descarnada.

Crucificado fue
sobre una cruz vacía
ese mi cuerpo que era nada.

Atravesó una lanza
su costado
que también era nada.

Y nada esa cabeza
de espinas coronada.
Nada esos pies
y los clavos
que los atravezaban.

Ya no tengo ni lengua ni palabra.
Sólo me queda
esta mirada
y el silencio de Elí
como paterna
alborada.