sábado, 2 de octubre de 2010

En los albores de la mutancia


   La luz atraviesa lentamente el horizonte. Lentamente se despliega la alborada del sentido en la mente rudimentaria y anómala del mamífero mutante. 

   La luz nació encarnada en el utensilio que hizo posible asegurarse el alimento y ser guardián del fuego y de la vida.

   Nació encarnada en ese amor extraño y nuevo por el que el macho y la hembra sintieron que él era infinitamente más que la cópula, y sus cachorros infinitamente más que criaturas expelidas de un útero.

   La luz se hizo plena haciéndose carne en el gruñido del mutante; y se transformó en palabra. Se hizo verbo para nombrar a lo que se ama y a lo que se odia, a lo significativo y a lo deleznable. Y también para nombrar lo indecible que a cada mutante  anonada.

   En los albores de la mutancia fue la luz hecha verbo. Y el verbo fue vida para el hombre naciente.  

   De luz y verbo tejió el mutante sus mitos para expresar lo significativo con que su existir lo sorprendía y lo aterraba.

   Intuyó el silencio en los límites de la palabra. El silencio abismal que envuelve al universo y a la mutancia, y que antecedió a la alborada. Lo imaginó en la infranqueable disimilitud a la que toda metáfora arroja. Y lo llamó “Dios”.

   Dios de los mutantes. Dios innombrable de la invocación sin palabras. Dios infinito del silencio. Dios de la alborada. 

 Ilustración en http://www.taringa.net/posts/musica/5492271/All-nightmare-long_-Metallica.html

viernes, 1 de octubre de 2010

Se hizo noche esa noche en Mataderos

En silencio
por las calles
se pasea
el silencio
de la luna.

Somnoliento
un tranvía
va a tientas
por los rieles
de la noche
vagabunda.

En la esquina
se hizo noche
la palabra
y el amigo.

Solo quedó este frío
acariciando
penumbras.

Fotografía de Ramón López publicada en raislost.blogspot.com

jueves, 30 de septiembre de 2010

Entre número y número, infinitos universos.


   Entre número y número hay infinitos universos. En las hendiduras de la sucesión de lo discreto hay abismos insondables.
  Que esto así sea no es locura. Ni extravagante, pensarlo,
  Nadie ha penetrado la hendidura que -en realidad, no en la abstracción de los matemáticos- separa el cinco del cuatro, a éste del tres, al uno del cero.
 Cada hendidura marca la infinita diferencia entre lo creado y lo creable. El "+1" la simboliza, aunque inadecuadamente. En realidad todo "+1" es "+ infinito". Sólo Dios -o lo que esta palabra vanamente intenta aferrar- puede crear el 5 después del cuatro, éste después de 3, el 1 después del cero. Y, al igual que el 1 después del 0, todo lo nuevo respecto de lo anterior.
   Cuando el hombre cuenta, salta abismos. Difícilmente advierte que es, en las hendiduras que la sucesión sensorial de lo discreto soslaya, donde eternamente la creación trabaja y se le oculta.
   ¿De qué se trata en todo esto? De la simpleza de que no se puede sumar una manzana a otra sin pasar de la nada de ésta a su realidad. Y de que en la conciencia de este pasaje y de esta infinita hendidura estriba la diferencia que abismalmente separa al sabio del que carece de sabiduría.
  Esta parece ser la enseñanza de lo obvio: que no es el contar lo que cuenta, sino la hendidura.