miércoles, 12 de mayo de 2010

De sed muere la fuente


Nadie jamás entró
en sus nocturnas entrañas,
ni penetró los líquidos
laberintos del vientre
ancestral que a ella hizo,
de agua viva, manantial.

La fuente sabe
de cántaros sedientos.
Nadie que de ella abreva
dejará su osamenta
en los ardores
del arenal.

Su crepúsculo es lento.
De sequedad
en sequedad,
implacable la absorbe
el arenal.

De sed,
de sed se muere
la fuente
en lento atardecer.

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