lunes, 20 de junio de 2011

El séptimo día de un Génesis apócrifo




Quizás el intento esencial y permanente de lo humano consista en ser apremiante creatividad. Porque quizás sea el caos aquello a lo que el hombre raigalmente se enfrenta.

Quizás por temer el caos fantaseó a un dios en quien delegar el orden. Quizás por esto lo creó a su imagen y semejanza, a aquella que halló en los socavones más hondos y misteriosos de sí. Quizás conforme a ella lo creó creador.

Después de seis días de ingente trabajo en la creación de su dios, descansó, delegando en él el cumplimiento del deseo ancestralmente incumplido a lo largo de esos seis días. Y creyó que ello era bueno.

En ese amanecer, pensó que habría de llegar el día en que pudiera anclar lo que supuso inconmovible de sí en tierra firme, en medio y a pesar del fluir incesante e inaferrable del ser en el Universo.

No obstante, el espíritu del hombre, como el de su dios, sigue  aún revoloteando sobre el abismo.

No ha terminado el séptimo día. No ha concluido aún el descanso imaginado. 

No se vislumbra aún, desde su trabajosa y oscura mutancia, el amanecer del Hombre en el Universo.


1 comentario:

Isabel Bertero dijo...

A mí,estas palabras me resultan certeras. Me movilizan a pensar que la espiritualidad, lo creativo, el arte, la proximidad, la sensibilidad, la reflexión, el pensamiento crítico, la comprensión de lo complejo...son formas de búsqueda.
Qué agradable encontrar estas lecturas. Gracias