Quizás el intento esencial y permanente de lo humano
consista en ser apremiante creatividad. Porque quizás sea el caos aquello a lo
que el hombre raigalmente se enfrenta.
Quizás por temer el caos fantaseó a un dios en quien
delegar el orden. Quizás por esto lo creó a su imagen y semejanza, a aquella
que halló en los socavones más hondos y misteriosos de sí. Quizás conforme a
ella lo creó creador.
Después de seis días de ingente trabajo en la creación de
su dios, descansó, delegando en él el cumplimiento del deseo ancestralmente
incumplido a lo largo de esos seis días. Y creyó que ello era bueno.
En ese amanecer, pensó que habría de llegar el día en que
pudiera anclar lo que supuso inconmovible de sí en tierra firme, en medio y a pesar
del fluir incesante e inaferrable del ser en el Universo.
No obstante, el espíritu del hombre, como el de su dios,
sigue aún revoloteando sobre el abismo.
No ha terminado el séptimo día. No ha concluido aún el
descanso imaginado.
No se vislumbra aún, desde su trabajosa y oscura
mutancia, el amanecer del Hombre en el Universo.
1 comentario:
A mí,estas palabras me resultan certeras. Me movilizan a pensar que la espiritualidad, lo creativo, el arte, la proximidad, la sensibilidad, la reflexión, el pensamiento crítico, la comprensión de lo complejo...son formas de búsqueda.
Qué agradable encontrar estas lecturas. Gracias
Publicar un comentario