miércoles, 20 de enero de 2010

Ese resplandor sereno donde toda lengua pierde su poder




              Los que acampan cada día más lejos del lugar de su nacimiento, los que arrastran su barca cada día hacia otra orilla, conocen cada día mejor el curso de las cosas legibles; y   remontando los ríos hacia su fuente, entre las verdes apariencias, son alcanzados de pronto por ese resplandor severo donde toda lengua pierde su poder. 
SAINT-JOHN PERSE, Nieve.

     Son ellos, el nómade que cada día está más lejos y aquel que cada día mantiene enfilada su proa hacia la otra orilla, los que, también día a día, experimentan el curso de lo legible. A ellos, en algún momento, los cubre esa luz que silencia a las palabras. Y entonces, su decir, que ilumina para los hombres lo indecible, se hace el decir que ellos mismos llegan a ser. Advierten que las palabras hasta entonces dichas eran tan sólo verdes apariencias. Que las nuevas son aquellas dichas desde el ser que se es.

     Hemos de intentar oir ese resplandor severo. Y no detener nuestra travesía en brumosos puertos de apariencias. Ni en aquellas certezas que sólo provienen de la inmediatez de la lógica o del testimonio siempre balbuciente de las ciencias. Y también hemos de recordar que de muchas maneras se dice el ser, y que hay una que dice lo que sólo puede ser dicho siéndolo desde ese ser que cada quien es.

     Me pareció que algo por mí sentido podía estar expresándose desde esos versos de Saint-John Perse. Que quizás había experiencias de alguna manera similares, expresables en parte desde la metáfora en el poema, pero indecibles desde el cara a cara o desde las evanescencias del gesto.

     A veces pienso que hace siglos o milenios hemos emprendido este viaje. Que no nos mueve ni guía certeza alguna. Tan sólo una suerte de instinto de luz en pos de aquella que algún día, antes de morirnos, habría de alcanzarnos y liberarnos, después de haber despojado a nuestras palabras de la dura violencia sobre ellas ejercida para silenciar el silencio.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Esquisitamente bello!
____

Yo venero la palabra y el silencio,
dos formas humanas de expresión.
La una, común;
la otra, no por todos entendida.

Mas ¿qué resplandor es ese
que silencia toda lengua?,
reservado solo
para uno que otro iluminado?

Desearía ser invadida por esa luz
para que mi decir se purificara,
aunque sé que quizá nunca
me visitará.

¿Qué lenguaje habrá de ser ese
que supera lo que la palabra
puede expresar?

Presiento que
quien ha sido tocado por esa luz,
ha pisado el umbral del éxtasis
por excelencia.
Que ha estado presente
en un lugar y momento
entre esta y otra
promisoria dimensión.

Yo solo he experimentado
chispazos de plenitud.
Nunca tal resplandor, tal luz
se me ha acercado.
Y me basta.
Esa otra luminiscencia
ha de estar reservada,
como ya dije,
para quien la merece;
para quien ha trascendido, quizá,
este nuestro mundo físico
aunque esté anclado aún aquí.

Amabeli
______

Este poema de usted me ha traído a la mente otro de Octavio Paz. Y aunque no trata de lo mismo, creo que en ciertos aspectos, se asemejan. He aquí un fragmento.

Abre tu ser, despierta,
aprende a ser también,
labra tu cara,
trabaja tus facciones,
ten un rostro,
para mirar mi rostro
y que te mire,
para mirar la vida,
hasta la muerte...
manantial que descubre
nuestros rostros,
en el rostro sin nombre,
el ser sin rostro,
indecible presencia
de presencias...

Octavio Paz

ARCA dijo...

¡Exquisitamente bello y profundo!

Amabeli
________


Yo venero la palabra y el silencio,
dos formas humanas de expresión.
La una, común;
la otra, no por todos entendida.

¿Qué resplandor ha de ser ese
que silencia toda lengua?,
reservado solo
para uno que otro iluminado?

Deseo ser invadida por esa luz
para que purifique mi decir.
Aunque sé que quizá nunca
me alumbrará.

¿Qué lenguaje habrá de ser ese
que supera lo que la palabra
puede expresar?

Presiento que
quien ha sido tocado por esa luz,
ha pisado el umbral del éxtasis
por excelencia.

Que ha estado presente
en un lugar y momento
entre esta y otra promisoria dimensión.

Yo solo he experimentado
chispazos de plenitud esporádicamente.
Nunca tal resplandor, tal luz
se me ha acercado.

Y me basta.
Esa otra luminiscencia
está reservada, creo yo,
como ya dije,
para quien la merecen;
para quien ha trascendido, quizá,
este nuestro mundo físico
aunque esté anclado aún aquí.

Amabeli
_______

Este finísimo poema de usted me ha traído a la mente otro de Octavio Paz. Y aunque no trata de lo mismo, creo que en ciertos aspectos, se asemejan. He aquí un fragmento.

Abre tu ser, despierta,
aprende a ser también,
labra tu cara,
trabaja tus facciones,
ten un rostro,
para mirar mi rostro
y que te mire,
para mirar la vida,
hasta la muerte...
manantial que descubre
nuestros rostros,
en el rostro sin nombre,
el ser sin rostro,
indecible presencia
de presencias...

Octavio Paz

ARCA dijo...

¡Exquisitamente bello y profundo!
______

Yo venero la palabra y el silencio,
dos formas humanas de expresión.
La una, común;
la otra, no por todos entendida.
¿Qué resplandor es ese
que silencia toda lengua?,
reservado solo
para uno que otro iluminado?
Deseo ser invadida por esa luz
para que mi decir se purifique.
aunque sé que quizá nunca
me visitará.

¿Qué lenguaje habrá de ser ese
que supera lo que la palabra
puede expresar?
Presiento que
quien ha sido tocado por esa luz,
ha pisado el umbral del éxtasis
por excelencia.
Que ha estado presente
en un lugar y momento
entre esta y otra promisoria dimensión.

Yo solo he experimentado
chispazos de plenitud.
Nunca tal resplandor, tal luz
se me ha acercado.
Y me basta.
Esa otra luminiscencia
ha de estar reservada,
como ya lo dije,
para quien la merece;
para quien ha trascendido, quizá,
este nuestro mundo físico
aunque esté anclado aún aquí.

Amabeli

____________________


Este poema de usted me ha traído a la mente otro de Octavio Paz. Y aunque no trata de lo mismo, creo que en ciertos aspectos, se asemejan. He aquí un fragmento.

Abre tu ser, despierta,
aprende a ser también,
labra tu cara,
trabaja tus facciones,
ten un rostro,
para mirar mi rostro
y que te mire,
para mirar la vida,
hasta la muerte...
manantial que descubre
nuestros rostros,
en el rostro sin nombre,
el ser sin rostro,
indecible presencia
de presencias...
______

Amabeli Cadena

ARCA dijo...

Le comparto este torpe e ingenuo "poema" que compuse como tarea del taller de "Creación Literaria" hace como doce años, y que evidencia mi pasión por la palabra.

¡Te pareces algo a Dios...!
¿Qué cosa hay o no hay
en la que no estés dentro,
delante o detrás?

En el centro de lo secreto
y en lo más evidente y simple.

Traduces toda la esencia
de la vida; de las cosas;
del universo; de la gente,
de los sueños y demás...

Describes realidades
y también virtualidades.
Defines lo que es,
y aun lo que no es;
explicas lo que está
y también lo que no está.

Te pareces también a una fémina
la más liviana y coqueta
al hombre más veleta
a la niña más ingenua.

Te ofreces a todos y a nadie;
te reservas y te escondes.
Te vendes barato y caro:
según el mercante, el precio.

A quienes tributo pagan:
desvelos, tiempo y demás,
a estos tus arcas abres
con magnanimidad.

A los buenos, a los malos,
a los ricos, a los pobres,
a los torpes, a los listos,
prestas servicio igual.

¡Palabra!, ¿invento o don?
Yo te amo, admiro y respeto,
y dedico mi palabra hoy.

¡Palabra!
Huella de identidad:
el pensamiento revelas,
las intenciones delatas,
las emociones descubres,
pronuncias mentira o verdad.

¡Palabra!
Palabra mala no hay.
Solo yo soy responsable
de cuanto enuncie mi voz.

¡Palabra!; ¡bendita Palabra!
multifacética, omnipotente,
magnífica, temible;
candorosa, inconsciente...

¡Cómplice inocente del mal...!
¡Involuntario instrumento del bien!
¡Yo te exculpo para siempre!

Amén